Escribo estas consideraciones en mitad de la sexta ola en España, esperando que los próximos días, una vez superada las fiestas navideñas, las cifras de contagios por ómicron, disminuyan.

Lo llamativo de esta pandemia reside en su amplitud; afecta todos; es trascendente y está cambiando el día a día de millones de personas. Lamentablemente, yo también como una gran mayoría, he perdido con ella, a uno de mis mejores amigos.

En algún momento llegué a pensar que aprenderíamos algo de esta experiencia; que podía ser una buena ocasión para revaluar hábitos; encontrar y señalar nuevas prioridades y tratar de alcanzar cambios importantes.

La pandemia ha significado un importante aviso sobre la trascendencia de la sanidad pública, como servicio básico, aunque se siga sin dedicarle las inversiones y los esfuerzos necesarios por parte de aquellos que siguen manteniendo “el dogma del mercado  frente a la ineficiencia del sector público”. Y ello, aunque la contribución del sector público haya sido indispensable para hacerla frente, tanto científicamente, como socialmente.

Estoy convencido de que, en ningún ámbito y menos en el de la salud pública , el mercado lo resuelve todo. Se hace necesario y obligado desarrollar nuevas formas de relacionarse entre lo privado y lo público.

La pandemia nos exige actuaciones colectivas y una solidaridad, a la que no estábamos acostumbrados. Nos exige equilibrar el interés individual con el interés colectivo y tratar de mirar a largo plazo, evitando la inmediatez que impone la sociedad actual.

Pero la realidad va por otros derroteros y me temo que ni hayamos aprendido nada de la pandemia, ni mucho menos estemos en condiciones de sopesar adecuadamente en estos momentos de continua incertidumbre, los importantes riesgos que supone el hipercapitalismo, que actualmente impera en nuestra sociedad.

También creo que los efectos de la pandemia en los ciudadanos, han aumentado todavía más si cabe, la distancia entre la clase política y la sociedad, con una desafección ciudadana, que debería preocupar a todo demócrata.

Lo que está ocurriendo en Inglaterra con el Primer Ministro, es un claro ejemplo de esa temida desafección ciudadana.  

Por lo demás en España, la política sigue siendo un combate desmedido en el cual, solo participan los hooligans de cada partido político, sin mirar más allá de un futuro inmediato. Los insultos y las mentiras son reiteradamente usadas en el Parlamento y es cada vez más inusual, escuchar un verdadero debate sobre los problemas de nuestra compleja sociedad ,  articulados  sobre la base de razonamientos y no de emociones.

Se impone y predomina una visión en la que no hay reconciliación posible; o se impone uno o el otro.

Esta dinámica de polarización excesiva desplaza en muchas ocasiones los debates de fondo y añade un ruido en la conversación pública, pervirtiendo el verdadero sentido del intercambio político de ideas. 

Veremos si el ejemplo del consenso sobre la reforma laboral- importante problema en nuestro país-, obtenido últimamente  entre sindicatos, empresarios y el gobierno, se repite en un futuro inmediato, aunque ya hay algunas amenazas  para hacerlo “descarrilar”.

En la última década en España y a pesar de los éxitos del periodo de la transición, ha aparecido una fatiga del sistema, como en otros países europeos, con importantes desajustes, tales como el encaje territorial; la politización de las instituciones y el crecimiento de una desigualdad, que de seguir aumentando al ritmo actual, puede afectar y de manera importante, a la misma democracia

Es difícil no reconocer que estamos en un país con un excesivo ruido y una falta de “silencio”. Mucha gente hablando, pero cada vez menos gente escuchando. 

Abordar los graves  problemas que tenemos, requiere un gran consenso en toda la sociedad. Es necesario pensar a largo plazo para alcanzar esos objetivos y ello entra en colisión directa con la inmediatez de las sociedades actuales. 

Los políticos y una gran mayoría de la sociedad española tenemos que volver a saber debatir sin necesidad de culpabilizar siempre al otro. Debemos encontrar la manera de debatir con respeto a la realidad.

Creo que en España y en Europa, la realidad actual ha dejado de encajar en  antiguas simplificaciones que podían ser aceptables hace tiempo. Es necesario una transformación de los modos habituales de gobernar. 

Esperemos que los socialdemócratas europeos, retomen el camino para refundar la economía social de mercado y por lo menos haya un intento serio y profundo de recuperar el contrato social que permitió desde el año 1945 el desarrollo de Europa y que hoy lamentablemente, está casi olvidado.

Los populismos, en toda Europa, están afectando a nuestro sistema democrático. Están  fabricando, una alternativa a la realidad; aquella en la que cualquier dificultad o los asuntos con matices se borran  y permite que la gente habite en esa construcción ficticia. 

El surgimiento del populismo y el nacionalismo como reacción en la mayoría de las sociedades democráticas, es un claro síntoma de la crisis profunda de las representaciones políticas.

El miedo a los cambios rápidos que está viviendo la sociedad en el mundo del trabajo las comunicaciones y la tecnología , han conllevado una verdadera crisis cultural y de valores difícilmente comparable con épocas anteriores . El miedo afecta a todo y a todos. Y este miedo, hace buscar a la gente, salvavidas que realmente no existen en la sociedad compleja que vivimos. El populismo no proporciona soluciones, proporcionan culpables y coartadas. 

La única manera de mejorar la sociedad es aceptar el largo camino democrático de cambiar los corazones y las mentes de nuestros conciudadanos para que hagan su parte y se logren resultados que todos puedan considerar al menos razonables.

Ricardo Pérez-Solero

Ricardo Pérez-Solero

Abogado del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid Socio Fundador del Despacho de Abogados ESTUDIO LEGAL DE COMUNICACIÓN en 1975, cuyos principales clientes son entre otros, Anunciantes, Agencias de...

Discussione

Il tuo indirizzo email non sarà pubblicato. I campi obbligatori sono contrassegnati *